La sala Razzmatazz no es
mi favorita para los conciertos, pero tiene la capacidad de congregar
cada temporada a un grupo de artistas que me fascinan y, por ende, la
visito con bastante frecuencia muy a mi pesar. El miércoles 20 de
Febrero fue precisamente mi última excursión a la susodicha, para
disfrutar del directo de una de mis bandas favoritas: el dueto
canadiense Crystal Castles.
Ahí estaba yo, a las 3
de la tarde, esperando encontrarme ya a un grupito de adeptos de la
banda haciendo cola. Cuál fue mi sorpresa cuando sólo me encontré
con un chico que llevaba esperando allí sólo desde la una del medio
día a que los supuestos acérrimos fans de la ciudad condal
mostraran sus dientes frente a la sala… pero nada ni nadie se había
personado allí hasta mi llegada, a excepción de la mitad del dueto
canadiense, el genio de los sintetizadores Ethan Kath, el cual
había entrado apenas hacia cinco minutos a realizar la prueba de
sonido. Al cabo de un rato llegó uno de mis amigo, tercer valiente
en discordia, que se había aventurado a venir a hacer cola. Nada,
nadie, sólo el atardecer frente a Razzmatazz, con el sol cayendo
lentamente sobre nuestras cabezas. La espera, no obstante, se vio
interrumpida por el propio Ethan Kath, que salió un rato después a
tomar el aire y con quien tuvimos el placer de charlar durante un
buen rato sobre música, política o su visita a Barcelona. Algunos
afortunados que llegaron a las seis tuvieron también el placer de
disfrutar un poco de su compañía y hacerse fotos con él; un
selecto y pequeño grupito que exaltaba su alegría al saber que iban
a estar en la tan codiciada primera fila.
El ambiente era muy
diferente a las siete y media de la tarde, cuando ya había de verdad
una cola de gente deseosa de entrar a la sala. Puntuales, a las ocho,
comenzamos a pasar y a colocarnos a lo largo de la primera fila,
recolocando nuestros bártulos y afianzando nuestras posiciones. Ya
desde un primer momento supe que la batalla iba a ser dura al
escuchar los comentarios y gritos a mi alrededor, confirmando mis
temores: la sala estaba llena de listos que iban a intentar
arrancarnos de nuestras posiciones por la fuerza, ya sea a codazos,
patadas o golpes en la cabeza; y de gente pasada de rosca. Por
un momento tuve una sensación de deja vu al recordar cuándo, diez
años atrás, vi desde la misma posición a Nine Inch Nails; sin duda
uno de los conciertos más salvajes a los que he asistido. La
diferencia en este caso era el rango de edad, cultura y fanatismo de
los que me rodeaban: si bien en NIN encontrabas a fans, aquí
encontrabas a una apabullante mayoría de groupies que sólo querían
ver a Alice Glass y no se sabían el nombre de su compañero de banda
(llegué a escuchar cómo lo llamaban ‘Ian’, lo más aproximado
que dijeron a su nombre) o eran incapaces de reconocer los temas que
más adelante en la noche sonarían durante el concierto, aunque
pertenecieran a su más reciente trabajo, (III).
UNDO dj, residente
de Razzmatazz, saltó a las ocho y media al escenario y trató de
levantar el ambiente un poco con una sesión que, desde mi modesta
opinión, dejó mucho de desear; pero que hubiera hecho las delicias
de los habituales de The Loft. Mientras su sesión iba
avanzando, deseaba que el dj elegido hubiera sido Sergio Delirio,
quien seguro hubiera hecho saltar a la peña con una sesión más
digna de telonear a la banda canadiense. Tras su actuación y con
media hora de retraso, por fin comenzó el tan esperado concierto:
Crystal Castles entraban en acción.
Suffocation abrió el
setlist de la banda, y con ello se abrieron las ansias del público,
el cual gritaba, pegaba, saltaba y estiraba los brazos para tratar de
tocar a su diosa. Y es entonces cuando te das cuenta que el mito
supera a la realidad, al menos en esta ocasión: ni Alice Glass es
tan salvaje ni está tan ida de la cabeza como la pintan; más bien
es el propio público quien debería de recibir dichos apelativos y
se vuelve loco intentando alcanzar el mito inexistente. Los
empujones ‘a mala leche’ se repetían constantemente junto
a los gritos que te impedían escuchar en ocasiones parte de las
canciones. A ello se le suma, como me temía, que el sonido en Razz
era patético (algo que he corroborado con diferentes bandas, todas
de calidad sonora variable pero con un punto en común: en Razz
suenan fatal); y aún no entiendo por qué el micrófono de Alice
estaba tan bajo, ya que a ratos apenas se la escuchaba. Vamos, que la
escuché más cuando hace un par de años tocaron en el Bilbao BBK
Live a través del teléfono de una amiga que en Razzmatazz.
¿Fallo de la sala o fallo de ellos mismos? A día de hoy, aún
no lo sé.
El momento cumbre para
algunos se vivió cuando Alice saltó al público y, aún no sé
cómo, éste fue incapaz de sostener a esa pluma de mujer. Ergo,
mucho hablar y gritar pero poca idea de bodysurfing que tenían en la
sala 1 de Razz aquella noche. Lo más celebrado y que me puso de peor
humor fue un comentario a mis espaldas, donde pude escuchar un
‘¿Le has cogido las tetas?’ sin pudor ninguno. Perfecto,
compartía sala de concierto con gente que sencillamente parecía
querer cogerle las tetas a la cantante de la banda mientras probaban
su primera experiencia con el éxtasis. Alice, la cual se movía de
forma alicaída por el escenario (más tarde me enteré en el foro
oficial de la banda que un par de días después tuvieron que
suspender un concierto en Francia debido a la indisposición de la
señorita Glass, lo cual puede explicar en cierto modo la carencia de
empatía que tuvo con el público en Barcelona) no hizo su mejor
actuación, pero pareció dejar contento a los supuestos fans de la
banda que allí estaban.
Un setlist que se hizo
corto y con algunos cambios con respecto a los presentados en Bilbao
o Madrid y que dejaba fuera algunos grandes temas presentes en (III)
provocó que la velada se pasara en cierto modo de forma rápida.
Personalmente, me encantó que tocaran una versión rave barata del
memorable Untrust Us o Telepath; aunque desearía que no se hubieran
dejado en el tintero Kerosene, Insulin o temas de su primer trabajo
como Knights. Si bien no ha sido el concierto más memorable de la
banda o el mejor al que haya asistido, no salí decepcionada
(aunque sí hastiada del público y de la carencia de calidad sonora
de Razz, UNA VEZ MÁS) y repetiré en cuanto tenga la ocasión.
TEXTO Y FOTOS: LIBERTAD SAHAKIEL
A mi me dio la sensación de que la mayoría de temas eran pregrabados.. desde atrás, entre el humo y la gente, apenas se les veía y cuando por fin veíamos algo, la voz de Alice no cuadraba con los gestos..espero que en el Primavera esté más fina..
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