Lo volvieron a hacer. Las
luces eran tenues, proyectando fantasmas por toda la sala; fantasmas
que se congregaban en torno a la portada de un disco, ‘Leafless’.
La Fnac de El Triangle congregaba a un grupo de devotos que esperaban
con impaciencia que, una vez más, comenzara el show.
Lo volvieron a hacer.
Armados sólo con su sonido acústico y frente a una pequeña
multitud, The Last 3 Lines demostraron una vez más que son capaces
de hacernos temblar ya sea en el Sant Jordi Club o en la pequeña
Heliogábal. Y es que, cuando una banda sabe hacer buena música, no
importa si la hacen en grandes recintos o pequeñas habitaciones; lo
que importa es la capacidad que tienen de tocar nuestra fibra más
sensible.
Lo volvieron a hacer. Con
un sonido limpio (a pesar del constipado del que Dani, guitarra y
segunda voz, hacía gala) y dejándonos a todos boquiabiertos y con
ganas de más; tarareando Lonely Parade, Sleepwalker, Growing Stones,
Women and children first o la archiconocida Fish Tank. La preciosa
voz de Xavi invadía con cada tema tu cerebro, más y más,
anclándote a ese punto de la realidad en el que te das cuenta de que
no quieres que ésa melodía termine nunca. Marc, ayudado en
ocasiones por Sergi cuando este soltaba la guitarra, ponía la leve
percusión y efectos adecuados para transportarnos a ese mundo
onírico que se muestra en la portada de Leafless; mientras Sac
marcaba el ritmo con su bajo, concentrado; y Dani se marcaba
inolvidables punteos de guitarra y taconeaba el suelo con una pequeña
pandereta. Nada de efectos enlatados o grandes montajes. The Last 3
Lines no necesitan nada de eso para mostrarnos la grandeza de su
sonido y sembrar en nuestro subconsciente la pregunta de por qué no
hay más bandas capaces de enfrentarse así de desnudos (musicalmente
hablando) ante su audiencia.
Cierto es que mi amor por
la banda catalana The Last 3 Lines comenzó hace ya muchos años,
pero en toda su trayectoria no hace más y más que crecer y crecer;
y a la vez preguntarme por qué grandes festivales de nuestro país
no cuentan con ellos para sus carteles, ya que la calidad de su
sonido supera en ocasiones al de otros muchos grupos que he visto en
festivales como Bilbao BBK, SOS 4.8 o Primavera Sound.
Tal vez sea porque,
precisamente, la calidad de ése sonido es tan buena que aquellos que
los escuchan no imaginarían nunca que The Last 3 Lines están entre
nosotros y pertenecen a este país, creando joyas como su disco debut
You are a deep forest o su EP Crows. Tal vez nadie es capaz de
imaginarse que estos seis chicos (cinco en su versión acústica) son
capaces de crear un sonido tan mágico y real a la vez que te
transportan a parajes desconocidos de Oniria, aquel lugar donde
fueron y volvieron para traernos su disco Visions from Oniria y tras
él, este regalo que se llama Leafless.
Pues bien, para todos
vosotros tengo un mensaje: despertad. The Last 3 Lines están aquí,
y se lo merecen todo y más.
TEXTO Y FOTOS: LIBERTAD SAHAKIEL
Genial crónica. Tan sólo un apunte, creo que el actual bajista no es Sac, sino Raúl.
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