01 July 2013

The Smashing Pumpkins 27 de junio Sala Razzmatazz



La última vez que vi a The Smashing Pumpkins fue en Madrid, hace más de diez años. James Iha y Jimmy Chamberlain acompañaban aún al siempre carismático Billy Corgan (a quien, por aquel entonces, D’arcy ya no hacía, aunque era sustituida durante la gira del Machina por Melissa Auf der Maur). El concierto se sucedió en un enorme estadio deportivo, lleno de miles de fans que esperábamos ansiosos aquella gira de ‘despedida’. He de confesar que aquel fue uno de los conciertos de mi vida, ya que considero a The Smashing Pumpkins la banda sonora de lo que ha sido toda mi infancia y adolescencia. La rabia, la tristeza, la melancolía que inspiraban muchas de sus canciones me acompañaron en aquellos momentos claves que marcan una vida en esos años. Sí, podría decir sin temor alguno que The Smashing Pumpkins son la banda de mi vida.
La semana pasada, la formación liderada por Billy Corgan pisó una vez más la ciudad de Barcelona. Cabe decir que la situación tenía menos glamour que la anterior vez que los vi, allá por 1999: Billy está más mayorcete, es el único que queda de la antigua formación y la sala era mucho más pequeña que los estadios a los que antaño estaban acostumbrados. No obstante, comenzaron puntuales, a las 20:45, entre vítores y un primer problema de sonido que el público se tomó con parsimonia y alegría. Sin pronunciar palabra, Quasar y Panopticon, temas de Oceania (el más reciente trabajo de Billy Corgan bajo el nombre de The Smashing Pumpkins) abrieron la velada, demostrando que tal vez los componentes de la banda no son los mismos, pero Billy sabe imprimirles fuerza y carisma con su guitarra y voz, a mi parecer, impresionantes. A continuación llegó el primer clásico de la banda, Rocket; que fue recibido con numerosos aplausos por parte de aquellos acólitos que nos conocemos el riff inicial de cada uno de sus temas. Starz dio paso a Space Oddity, una cover de Bowie que aunó las voces del público más melómano y gustó a la mayoría.
Tras estos temas, vino la primera tanda de canciones más míticas: X.Y.U, el fabuloso Disarm o el esperado Tonight Tonight, precedido por el Tonite Reprise que no todo el mundo conocía y desconcertó (para bien) a unos cuantos. Por fin, tras Pinwheels y alguna otra púa que tiró al público; Billy se dignó a hablar y a presentar a la banda que lo acompañaba, bromeando con su actual guitarrista Jeff Schroeder, algo que me causó cierta nostalgia al recordar aquellos momentos en los que James Iha le quitaba el protagonismo para decir absurdeces por su micrófono, bromear con el público o bailar en el escenario. Seamos francos: la faceta cómica de Billy Corgan no es la mejor, pero se agradeció un poco de contacto con el público antes de tocar Oceania, el mastodóntico tema de nueve minutos que da nombre al último trabajo de la banda y que, personalmente, no me apasiona (creo que hay otros temas más aprovechables del disco, como The Celestias o My Love is Winter, que no se tocaron).
Sin embargo, la que para mí fue la primera sorpresa de la noche, sucedió a continuación: los primeros acordes de piano introdujeron el tema Blank Page, de su disco Adore, para luego dar paso a Thirty-Three; dos temas que no esperaba encontrarme en el setlist de la velada.
Intercalando temas de Oceania y Zeitgeist (algo que podría haberse ahorrado, ya que además los dos que tocó son bastante olvidables) llegaron también temas míticos como Ava Adore, Zero, Stand Inside Your Love o Bullet with Butterfly Wings, el cual fue sin duda el que más movió al público de la sala con saltos y algún que otro empujón. Tras United States, la banda se retiró del escenario mientras el público clamaba que querían más y más. Y así sucedió, aunque el bis contó con sólo dos canciones: una cover de Immigrant Song de Led Zeppelin (tema épico donde los haya) y el que es considerado el tema abanderado de The Smashing Pumpkins: Today, con el cual finalizó el concierto, de más de dos horas de duración. Tras firmar algunos discos que el público iba pasando hacia el líder de las calabazas estrelladas (y que firmaba con una sonrisa en los labios), algunos pudimos constatar que tal vez no era ‘The greatest day I’ve ever know’, ya que para muchos faltaron algunos temas que nos han acompañado durante muchos años… pero que, sin duda, la velada había estado entretenida.

Texto: Sahakiel Fotos: Xavier Mercadé

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